Tengo vagos recuerdos de un héroe. Lucía el ‘1’ en la selección española de fútbol, así como en el Barcelona. Era alto, y aunque no destacaba por su rapidez, siempre estaba bien colocado y atento al juego. Era grande sin necesidad de protagonizar antológicos anuncios de televisión. Las revistas del corazón jamás le colaron un gol. Su vida privada giraba entorno a Anne, su mujer. Era vasco de los de pura cepa. De los que cuando sabían que se había equivocado, pasaban rápidamente de página, apelando a la especial forma de ser de los del norte. Un buen día, el 25 de junio de 1998, decidió poner punto final. Yo tenía trece años y no sabía nada de periodismo. Él era Andoni Zubizarreta, tenía 37 años y en ese momento lo dejé de ver como un simple portero de fútbol. “Señores, suena el timbre. Se acabó el recreo. Sólo queda decir adiós y hasta siempre”. Tras esto, lloró. Dejó de ser humano y pasó a estar al lado de Spiderman, Batman y Son Gokuh. Pasó a ser uno de mis héroes.
jueves, 24 de mayo de 2007
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